jueves, 17 de diciembre de 2009

Juan tiene 15 años. Está ahí arriba mirando expectante a sus compañeros, sus profesores, los administrativos y una señora de verde. Ellos tambien lo miran a él y parece que le dicen algo. Sólo percibe ruidos que lo pertuban.

Antes de subirse ahí, a Juan nadie lo miraba ni le decía nada. Ni los profesores, ni los alumnos, ni los administrativos, ni la señora de verde. Sólo recibía anónimos en su móbil: "eres hombre muerto" "te vamos a reventar". Sólo escuchaba risas a sus espaldas. Se subió para quitarse de enmedio y descubrió que una vez arriba, la gente lo miraba, le hablaba, se interesaba por él. Escuchó decir a la señora de verde: ¡Juan, baja ya hombre! Sabía su nombre. Él jamás la había visto, pero ella no solo lo había visto, sino que sabía su nombre.

Bajó.

Sólo nos fijamos en Juan cuando está ahí arriba subido, amenazando con tirarse, con la cara asustada, temblando, desorientado...

Juan no es un inadaptado; Juan debería tener derecho a ser respetado por el resto de los compañeros, sea como sea, actúe como actúe, provenga de donde provenga, piense lo que piense, vista como vista, tenga el aspecto físico que tenga y sea quien sea.

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