miércoles, 30 de abril de 2014

Mi ideal de paraíso.

Me gustaría que el paraíso fuera una gran escuela en la que la eternidad se pasara aprendiendo. Cada cual aprendería sobre aquello que más le interesara, con un buen profesor, con el mejor cuya sabiduría fuera absoluta. Me pasaría la eternidad sentada en mi pupitre, escuchando hablar sobre historia, sobre literatura, sobre el cosmos, sobre la vida, sobre mí. Me gustaría que hubiera una clase dedicada a conocerme a mí misma. Que me explicaran clara y concísamente cómo soy, qué hice mal, qué hice bien. . Sé que no hay, que no habrá, que no habría segundas oportunidade. No quiero un paraíso con huríes, ni masculinos ni femeninos; no quiero contemplar a nadie durante toda la eternidad, quiero contemplar  mi interior y con ayuda de un psicólogo absoluto con una terapia absoluta, comprender y explicarme qué podria haber evitado, cómo podría haber sido mi vida de haber hecho las cosas de otra manera. Entender, conocer y admitir cuáles fueron las causas que me provocaron mi propio daño y el de las personas que más quise. Solo así, tal vez, quizás, pudiera, por fin, descansar en paz.

viernes, 25 de abril de 2014




Yo tenía quince años, escuchaba a Cafrune y a otros muchos, Víctor Jara, Violeta Parra... 
Hacía muchos años que no había vuelto a escucharlo y al oírlo me dio un pellizco en alguna parte de mi cuerpo que no sabría ubicar bien.
Miro por la ventana, es de noche, hay lluvia de estrellas.  Estrellas dejad que quiera como yo sé. El tiempo me va matando y tu cariño será, será... Estrellas que escuchasteis mi padecer, soy polvareda que al viento va...ya no me dejes yo sin tu canto no vivo más.
Yo tenía quince años...

viernes, 21 de marzo de 2014

Y llegados a este punto se paró
y preguntamos y no contestó
y nos miramos sin rechistar
y pensamos...

¿Quieren saber más?
Preguntó de pronto
¡Sí!, se escuchó una voz de fondo.
Y comenzó a hablar.


viernes, 10 de enero de 2014

Bien común



En una sociedad individualista y existencialista el bien común solo se consigue a través del común de los humanos. De nadie más será la responsabilidad.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Yo tenía razón.
 ¿Dónde viven esas personas? preguntaba en casa cuando, de niña, veíamos películas de época. En ninguna parte, me decían mientras se miraban entre ellos con una sonrisa cómplice. Yo pensaba que no me respondían por miedo a que yo me fuera, los abandonara y no volviera. Años después he comprobado que yo tenía razón.
Al mirar por la ventana de mi casa en el sur de Europa veo gentes en camiseta de tirantes, shorts, biseras, sandalias; veo descapotables, motos, bicis con sus cestitas, veo niños jugando con juguetes electrónicos, con patines fluorescentes. A escasas dos horas de vuelo sin escalas, al mirar por la ventana de mi casa del norte de áfrica veo mujeres veladas, otras con amplias pamelas, con vestidos hasta los píes y hombres con largas camisolas con turbantes en sus cabezas; veo carros tirados por mulas, cabras paseando por las calles, veo niños correteando con un enormes aros que empujan con palos y niñas jugando al corro.
Yo estaba en lo cierto: no eran de otro tiempo, sino que vivían en otro lugar.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Falta de costumbre

Que no se me olvide, recuérdamelo
si pierdo memoria
si pierdo la agenda, recuérdamelo
que no se me olvide, ¡por favor!
Pondré aquí un cruz,
me cambio el reloj,
me paso el anillo
del índice al corazón.
Pondré las alarmas
del ordenador;
que suene  a las siete
el despertador.
Recuérdamelo, que no he de olvidar
que empiezo mañana a trabajar.

martes, 19 de noviembre de 2013

El paseo


Síndrome del miembro fantasma:
Picores, dolores, entumecimientos.
añoranza, ausencia, tristeza.



Dicen que fue el temporal



Con las  hojas lo resistió a duras penas.
Escuchaba su silbido enraizado entre su savia


Y así año tras año, otoño tras otoño...
No se acostumbraba.


Cuando notó que se desprendían las ramas,
como poseída por una fuerza superior,
la palmera saltó,
quebró su tronco y cayó al suelo.


A veces  percibe su sombra
Alta, recta.
y por un segundo,
escucha el zumbido de sus hojas,
el aleteo de sus ramas
entre el ruido del tráfico,
el ajetreo de la gente.
Y no se acostumbra
a vivir sin ella.
Ha cambiado.
Ya no parece
el mismo paseo.