lunes, 4 de junio de 2012

Yo sí te comprendo. Tú no lo sabes pero a mucha gente le pasa lo mismo que a ti. En todo el mundo, de todas las edades. Unos se enrabietan, comu tú ahora, otros lo asumen  y otros se mantienen pero lo disimulan. No es  tracción, es supervivencia. La soledad no es buena y más cuando es impuesta. La soledad entre la multitud, el sentirse distinto, antiguo o desfasado, no es agradable. Da igual la edad que se tenga o el sitio en el que se viva. Se te pasará y un día te verás haciendo lo mismo que ahora otros hacen y tanto te lastima, especialmente cuando lo ves hacer a esas personas que pensaste que jamás lo harían. Renovarse o morir. Renovarse en el sentido de cambiar, de adpatarse al medio, de integrarse, de socializarse, de humanizarse. No es una corriente, es la corriente, la corriente de lo corriente, para que no te ahogues en ella te lanzamos tablas salvavidas. Esto intenta ser una. Cógelo y amárrate a él, y respira y ve poco a poco perdiendo el enfado y disfruta de los altibajos del agua, de los descensos y de las turbulencias, y disfruta de la experiencia del vértigo. Siempre puedes abandonar, siempre puedes detenerte, volver e tu mundo, que es el de muchos. O a lo mejor la/lo corriente cambia, quien sabe...

lunes, 21 de mayo de 2012

Perlas

El aburrimiento de las otras produce perlas. No es cierto siempre, pero es una frase bonita que ayuda a valorar el aburrimiento, ese concepto tan desvirtuado y tan poco valorado. Aburrirse es algo necesario, es un impás en nuestras vidas, es una necesidad vital, emocional e intelectual. Gracias a él nos replanteamos la vida, pensamos en cosas absurdas, en personas ausentes, en tablas de multiplicar o en poemas decimonónicos. El aburrimiento es el calentamiento de motores que nos impulsa y nos hace creativos, a la vez que nos sume en la pereza no deseada, lo que nos exime de culpa y de  diligencia. Cuando nos aburrimos buscamos qué hacer, en qué ocupar la mente, los sentidos o el cuerpo. Y la mayoría de las veces sus consecuencias son gratificantes y placenteras. Desde mi pequeño espacio quiero solidarizarme con el aburrimiento, con todas esas personas que han decido dejarse llevar por él, que lo asumen y que lo disfrutan desde la tranquilidad que da el aceptarlo. Sí, yo también soy una persona aburrida, que me dejo caer horas y horas sin hacer nada, sin decir nada. Contemplando aburrida el paso de los días  tan feliz y entretenida.

miércoles, 16 de mayo de 2012

No por mucho que tarde me olvido de ti. Tenme paciencia, las cosas de mi planeta, las malas cosas que me llegan me tienen ocupada y no me dejan tiempo para poemas. Estoy intentando hablarte de crisis profundas, de crisis estructurales que marcan un antes y un después. Estoy intentando hablarte de cambios que se pueden hacer: yo lo he visto. Estoy intetando decirte y decirme que sentados no arreglamos nada. Para cambiar hay que moverse. Yo también estoy cansada, pero hay que intentarlo. Todos sabemos deshacer cosas, es sencillo, costoso, trabajoso, pero poco ingenioso. Empecemos por lo sencillo, pues, empecemos por deshacer lo que hay, esto que nos agobia y que nos impide crecer, multipricarnos y renacer. A ti te digo, que soy yo,  con todos mis yos y tus yos y los yos de todos nosotros y nosotras. Mi yo también se cansa, tampoco gusta mucho de movidas, de ruidos, de carreras, de humos, de ver muertos en las aceras. Pero luego es tan bonito recordar, es tan hermoso sentirse grande y orgulloso al pensar "yo también estuve" conmigo y contigo y con todos y todas que estuvieron y vieron y corrieron y se metieron en los portales para evitar la asfixia, el medio, el tumulto. Es tan sencillo deshacer para luego hacer entre todos y todas, entre los supervivientes, entre los allegados, entre los buenos y los malos, entre los que estuvieron porque quisieron y los que quisieron pero no estuvieron, entre los que estuvieron a su pesar, para luego hacer algo grande, extraordinario y nuestro.

miércoles, 18 de enero de 2012

Caer o tirar "That is the question".

Habíamos conseguido poder ser lo que quisiéramos con solo nuestro esfuerzo. Gozábamos de un Estado de Derecho que nos igualaba ante la ley y la justicia. Disponíamos de una sanidad gratuita y universal, de una educación obligatoria hasta la edad de 16 años. Se había facilitado el acceso a la Universidad para personas procedentes de todos los lugares, urbanos y rurales, gracias a la creación de becas, universidades y facultades. Se había establecido un sistema de funcionariado que permitía tener un puesto de trabajo vitalicio y bien remunerado de acuerdo a la preparación de cada persona y a sus aptitudes. Se había conseguido que la ciudadanía eligiera a sus representantes para que trabajaran para garantizar, mantener y mejorar el estatus que se había alcanzado. Estábamos a punto de tocar el cielo, cuando todo comenzó a tambalearse. Comenzó desde abajo, desde el suelo y empezó a subir. Empezaron a derrumbarse derechos, garantías, logros... Unos caían por sí mismos, otros a empujones. Surgió entonces el deseo no ya de remontar, sino de tirar a todo lo que todavía no había caído. Lo perdimos todo; lo perderemos todo. Volveremos a vivir como en el oeste, sin apenas leyes, ni derechos adquiridos, con nuestro rifle, nuestra biblia y nuestro manual de autoayuda.